martes, 7 de febrero de 2012

Críticas. "The Artist" una puñetera obra maestra.

No puedo salir de mi asombro. Sí, es cierto, echo la vista atrás al salir de la sala y vuelvo a repetirme que acabo de ver una película muda, en pleno siglo XXI. Pero mi asombro no es porque sea muda, eso ya lo sabía antes de comprar mi entrada. Había ya leído las cientos de críticas que ponían por las nubes al film, y los numerosos premios acarreados de cara al Oscar. No, mi asombro viene porque me ha dejado sin habla, nunca mejor dicho. Sí señor, con dos cojones, acabo de presenciar una puñetera obra maestra del cine moderno, en blanco y negro y muda.


Michel Hazanavicius ha logrado algo al alcance de muy pocos. Es como si este director francés hubiera cogido con el máximo cariño del mundo la historia del inicio del cine moderno en Hollywood y la hubiera plasmado tal cual en la pantalla grande. Haciendo referencias en más de una vez al maestro Chaplin, y fuera de lo que muchos quieren ver como una copia, The Artist supone un homenaje en toda regla al cine en general, y en concreto, al fin de una era y al comienzo de otra. Porque al igual que hoy en día un iphone revoluciona el mundo a través de su tecnología avanzada, a principios de siglo XX el emerger del sonido causó mella en un cinematógrafo que aún andaba con pañales. Por supuesto, ninguno nos acordamos de esto, y si es así ya tienes cierta edad, por eso Hazanavicius nos cuenta esta brillante historia.


La historia gira en torno a George Valentin, un actor de cine mudo de éxito mediático, portada de numerosas revistas, un ídolo en toda regla. Nadie le supera en carisma, es el número uno y todos le quieren. Pero un día, como cualquier otro, el cine que él conoce va a dar un giro decisivo en su Historia: va a poder oírse. Condenado al fracaso, es incapaz de adaptarse, viéndose relegado por completo, en la miseria. Jean Dujardin hace un papel digno de Oscar, pero no importa que no se lo vayan a dar, porque su papel perdurará para aquellos que vean el film. Su gestualidad, su carácter delante de la pantalla, su presencia se nota en cada movimiento, cada escena surge de él con naturalidad. He de reconocer no haber visto ninguna película de él, pero ya no lo necesito, aquí está soberbio, de sobra el mejor papel de su vida. A su lado, Bérénice Bejo, esposa del director en la vida real, logra su espejo en la pantalla. Como si de una actriz de los años 20 se tratara, Bejo irradia esa sensualidad de estas actrices grandes que sólo recordamos en blanco y negro. James Cromwell, Penelope Ann Miller, John Goodman y el cameo de Malcom McDowell completan el reparto.



Hay originalidad en cada plano, en cada escena, es como si Hazanavicius estuviera inventando el cine, como si lo que viéramos nos supiera a nuevo, aunque es viejo. Como cuando abres un baúl con cosas de tu niñez, cosas que llevaban ocultas muchos años y de repente lo sientes como si lo hubieras vivido ayer, o incluso la primera vez. Todas estas sensaciones fluyen en esta película. Sentimos la angustia de George, queremos gritar con él, darle esa voz que teme a pronunciar y por la que se verá encadenado al olvido. El realizador francés es consciente de todos aquellos que perecieron una vez el sonido se impuso en el séptimo arte, renovarse o morir, una duda que incluso hoy en día y en tiempos futuros es una tónica para el ser humano. 


La fotografía que corre a cargo de Guillaume Schiffman simplemente es perfecta. Un ejercicio de rememorar ese blanco y negro clásico (véase la primera y última fotografía) tanto como en su tono y textura. Consigue trasladarnos a esos años 20 y tenemos en todo momento esa sensación de película hecha en esta época, es increíble, pero lo consigue. Del resto de Oscars, si no se lo dan sería criminal, pero si no le dan el de fotografía sería como la bomba atómica. Igual hablo de la banda sonora, constantemente en nuestra cabeza gracias a la composición de Ludovic Bource, el cual logra esos tonos clásicos de la era dorada del Hollywood de los años 20 y 30. Ojo que la cinta dura unos cien minutos, y la banda sonora de Bource no deja de sonar en todo momento, logrando momentos de auténtica emoción consiguiendo una perfecta simbiosis con el personaje de Dujardin, sobre todo en sus peores momentos. El montaje es otro elemento que va en sintonía a la perfección y el guión, que corre a cargo del propio Hazanavicius, es simple y efectivo (con los clásicos interdiálogos). 


The Artist ha supuesto una grandísima sorpresa, un ejercicio en clave de homenaje puro y duro a Hollywood, al cine y a la propia Historia, ya que sin ciertos avances, hoy no seríamos los mismos. Es una oda al anclaje, anclaje a un pasado que puede hacer que te hundas en lo más profundo de la soledad. Renovarse o morir, y cuando dependes de tus semejantes tienes que intentar lo máximo, porque el público nunca se equivoca. Y es que en este mundillo del cine ésa es la máxima absoluta. Espero que se lleve los máximos Oscars posibles, y si no, pues nada, permanecerá en mi memoria para siempre. Es lo que tienen las obras maestras.

Puntuación: 8,9 

4 comentarios:

  1. En donde la has visto Adri?? en el Alameda??

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  2. No, estaba en el Alameda, pero finalmente la vi en el cine Albéniz. Créeme, ver esta película y en un cine clásico con un edificio emblemático como ése es como si la satisfacción fuera mucho mayor. De todas formas, el Alameda también tiene sus años. Y espero que duren mucho más.

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  3. Me ha entrado muchas ganas de verla, al leer tu crítica.

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  4. Ya te digo, una maravilla y no tiene desperdicio. Lástima la pobre distribución de la película.

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