Parecía que la franquicia iniciada en 2002 había terminado con la irregular tercera entrega, pero hace año y medio nos confirmaron el proyecto de la cuarta, tras un sin fin de rumores que incluso llegaron a situar a Adam Sandler como protagonista y dejaba fuera a Johnny Depp. Pero lo cierto es que, pese a quien le pese, Depp es el alma de esta franquicia, y si no pudiera estar presente en más entregas no deberían hacerse, no al menos bajo este estilo y nombre, al igual que ocurre con Harrison Ford e Indiana Jones. De hecho, gracias a Depp se puede hablar de una entretenida película de aventuras.
La tercera echó por la borda todo la frescura de la primera y todo el entretimiento de alta categoría de la segunda. Lo único salvable fue la antológica batalla del final, la cual dura media hora, de 2 horas y tres cuartos de film. Ahora Depp vuelve solo, sin Orlando Bloom ni Keira Knightley. Pero no hace falta, porque Sparrow es razón suficiente para hacer toda la millonada que está haciendo. El cambio de director no se nota apenas y Rob Marshall (Nine) se limita a copiar y pegar lo que hizo gore Verbinski, con personajes ya definidos. Porque él, lo que se llama definir a un personaje no lo hace, ya que el villano barbanegra (Ian McShane) está más plano que la relación Anakin-Obi Wan en la venganza de los Sith. No tiene profundidad, no atemoriza, no impone, no transmite nada, me parece uno de los villanos más flojos de los últimos años, y por supuesto nada que ver con el Barbossa de la primera entrega o con el magnífico Davy Jones.
La cinta comienza bien, e incluso hay que agradecerle toda la presencia que ofrece Geoffrey Rush, más Penélope Cruz, más guapa que nunca, que relucía por sí sola y una buena compañera de Sparrow, ya que a pesar de su poca química, se compenetran bien. Esta cuarta entrega vuelve a buscar la comedia en sus momentos de acción y se olvida de esa "falsa" seriedad de la anterior. Y aunque la historia planteada por Ted Elliot y Terry Rossio vuelve a ser algo liosa, no lo es tanto como en la anterior y el espectador se deja llevar por la marea algo más, por lo tanto se disfruta más.
Lo que más acusa esta cuarta entrega pirata es el auténtico batacazo en el ritmo de la película. Dura dos horas y cuarto, pero a mitad de película parece que dura 4. El bajón en el ritmo es muy considerable y se nota bastante, el espectador tendrá la sensación de que de repente no pasa nada y tampoco pasa el tiempo, y eso es un defecto muy gordo de Marshall. La historia del "cura" está metida con calzador para dar sentido a la historia de las sirenas, pero no se aporta nada por esta parte, nuestra atención se sitúa únicamente en Jack. Por supuesto vuelve Hans Zimmer, siendo junto a Depp lo mejor de la cinta, con el tema clásico de los piratas, de Sparrow y un nuevo track con su tono misterioso adecuado para adentrarse en esas mareas misteriosas.
Cuarta entrega que entretiene, vuelve a buscar el estilo de la primera pero se queda muy lejos. Entretiene pero tiene partes muy aburridas, aunque cumple con su cometido, que es el clásico de los blockbusters veraniegos. Lo mejor de esta película que navega más por aguas procelosas que por mareas misteriosas: Johnny Depp y Hans Zimmer.
Mi nota: 5,8